18 oct 2008

Un viaje corto se resuelve con un cruce de miradas. Una mano dibuja mientras tanto los sueños del otro, solo para descubrir que habían soñado lo mismo. Algunos puntos suspensivos se suspenden en nubes de suspiros y dibujan la habitación. Y la ansiedad de llegar al parque de diversiones, de trepar por una pista de obstáculos, saltar, caer y volver a trepar en la arena que se disuelve en un azul que espera al sol. Dar vueltas alrededor de una imagen que se proyecta desde el alma hasta alcanzar un estado de puras energías que se abren en un abanico de colores, todos los colores. Todo el espectro, y sin fantasmas que alimenten miedos, sino espectadores de una singularidad. Es que eras el uno que esperaba en los seis mil millones, y tan cerca estabas, tanto, que jamás imaginé que para alcanzarte tan solo debía recorrer un par de kilometros

.Y soñar... esperar... extrañar, nuestros besos infinitos, que nacieron tímidos y a la vez ansiados, de sentir nuestras caricias a veinte centímetros de distancia, de susurrarnos hasta entendermos, y entendernos susurrando.

Tan poquito falta... tan poquito...

Te amo!.

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